algo precioso, algo especial
Kafka en la orilla de Haruki Murakami Capitulo 27
La señora Saeki coge la taza de café y toma un sorbo con calma.- Tamura, ¿qué ves al otro lado de la ventana?
Mira hacia fuera, detrás de ella.
- Arboles, el cielo, las nubes. También se ven unos pájaros posados en las ramas de los arboles.
- O sea, una escena normal que podrías ver en cualquier parte.
- Sí.
- Pero si de pronto supieras que mañana ya no podrías volver a contemplarla, esta escena se convertiría en algo precioso, en algo especial, ¿no es cierto?
- Supongo que sí.
-¿Has pensado antes alguna vez de este modo?
- Sí.
La señora Saeki pone cara de extrañeza.
-¿Cuando?
- Cuando me enamoro –digo.
La señora Saeki sonríe débilmente. Su sonrisa permanece unos instantes asomando en las comisuras de sus labios. Me trae a la memoria el agua que, tras regar una mañana de verano, permanece sin evaporarse en una pequeña concavidad.
- ¿Tú estas enamorado? –quiere saber-
- Sí.
- O sea, que su rostro y su figura son para ti, día tras día, cada vez que la ves, algo precioso, algo especial.
- Sí. Por que puedo perderla en cualquier instante.
La señora Saeki se me queda mirando. No queda rastro de la sonrisa en sus labios.